jueves, 31 de julio de 2008

Día 18: Personajes (I)

En 'La broma infinita' inevitablemente hay un montón de personajes, tantos que a veces aún ahora me lío. Por ejemplo, confundo los adictos en recuperación de la Ennet House y no puedo distinguir los alumnos de la Academia de Tenis, a excepción de Hal, Pemulis y Schacht. Me encanta Schacht, el niño con la enfermedad de Chron y una rodilla jodida que ha aceptado que nunca se podrá dedicar al tenis y ¿será por esto que es el único de los chicos que se coloca sólo ocasionalmente y como quién toma una copa y deja el culo? Hal también me cae muy bien. ¿Cómo no me va a caer bien un niño que se ha memorizado el diccionario para impresionar a su mami? Y, aunque a mí siempre me suelen caer mal los chicos populares que son los bromistas y los líderes de la pandilla, también me cae bien Pemulis. Supongo que me cae bien porque no es brillante ni tenísticamente ni académicamente (aunque sospecho que esto último es sólo porque es un vago redomado). Y supongo que también me cae bien porque se lo curra, es un personaje activo (no como Hal), y probablemente también me cae bien porque tiene tanto miedo a ser expulsado, probablemente porque su familia son los compañeros de la Academia y no quiere volver a su familia biológica (porque creo recordar que estaba desestructurada de alguna forma u otra, pero no lo sé seguro, porque la verdad es que todos los niños vienen de familias disfuncionales en un grado u otro), y esto lo hace vulnerable.

Ah, y también distingo a John Wayne. ¡Y qué fuerte que John Wayne esté liado con la madre de Hal! Ay, Dios, pobre Hal, que no se entere, que no se entere, porque si no, con lo enamorado de su madre que está, lo pasará fatal, el pobrecito. Y supongo que otra razón por la que me gusta Pemulis es porque cuando pilla a este par con las manos en la masa, actúa como si fuera lo más normal del mundo y dice "Ahorraré tiempo a todos y no preguntaré si estoy interrumpiendo algo". Yo seguiré su ejemplo y no comentaré el hecho de que la madre de Hal haya hecho a disfrazar a John Wayne de jugador de futbol y que su hijo mayor, Orin, sea precisamente jugador de futbol. Ejem.

Avril, la madre de Hal, una especie de Gertrudis de 'Hamlet', superfría, me cae fatal. Supongo que es porque la veo a través de los ojos de sus hijos y de su difunto marido, y la veo como un ser egoísta, del que dudo que sea capaz de querer a otra persona que no sea ella misma. Aún así, quiero saber más de ella y de su promiscuidad. Pero quién me cae mal de verdad es Joelle, la Chica Más Bonita de Este Planeta. Le tengo tanta manía como la que le tiene Don Gately. Y esto es mucha manía (pero temo que esta manía inicial que tiene Don no evolucione en otra cosa; no, por favor, que no suceda). No me cae fatal porque yo sea una bruja y ella sea guapa. Es que es una pedante en busca de atención (¿intento de suicidio en medio de una fiesta? ¡no me fastidies!) Y en este caso sí que no quiero saber nada de ella y las páginas que le dedica el libro se me hacen inevitablemente pesadas.

Algo que me fascina de los personajes es que están todos conectados. A algunos les parecerá una tomadura de pelo que un personaje que sale en las primeras 50 páginas del libro no vuelva a salir hasta 500 páginas después, pero a mí me parece una jugada maestra. Ken Erdedy es el tipo que al principio, encerrado en su casa, espera impacientemente que le traigan marihuana y está 500 páginas sin aparecer y luego vuelve a aparecer en la Ennet House. Lo mismo pasa con Roy Tony, que sólo sale al principio, luego se le menciona como camello y luego sale en una reunión de Adictos Anónimos y está a punto de arrancarle la cabeza precisamente a Ken Erdedy. En la Ennet House también está Bruce Green, que es el marido de la mujer que tenía que traer la marihuana a Ken Erdedy al principio del libro. Pues eso, todos los personajes están conectados y esto da al libro una sensación de unidad perfecta.

miércoles, 30 de julio de 2008

Día 17: Hilaridad

Ayer dije que David Foster Wallace lo que busca es la empatía. Pero decir esto no deja de ser una forma de simplificarlo todo. Cierto que busca la empatía y a veces hay fragmentos muy duros y muy tristes, pero a veces hay fragmentos muy duros y muy tristes pero que son delirantemente y grotescamente divertidos. Está el fragmento de la joven promesa del tenis que no puede soportar la presión de finalmente ganar y, cuando llega a casa después de celebrarlo, se toma un vaso de Nesquick con cianuro, cae al suelo de la cocina, su padre se despierta por el ruido, al verlo le hace el boca a boca y acaba tragándose restos de Nesquick con cianuro que aún hay en la boca de su hijo, cae al suelo de la cocina, la madre se despierta por el ruido y al verlos les practica el boca a boca, acaba tragándose restos de Nesquick con cianuro y también cae al suelo, y lo mismo pasa con los otros seis hijos de la familia. Es grotesco y delirante y muy divertido.

Pero aún me reí más con el episodio de la alcohólica anónima que quiere excusarse de su alcoholismo contando su historia de una infancia desgraciada: ella era una niña adoptada y tenía una hermana que era hija biológica de sus padres adoptivos, pero tenía parálisis cerebral o algo y lo único que hacía era babear, la hija adoptiva se tenía que llevar a la hermana babeante siempre que salía con sus amigos o de fiesta, porque sus padres querían que fuera tratada como una niña normal. Y casi me siento mal porque esto me haga reír tanto, pero la cosa no acaba aquí: el padre cada noche entra en la habitación de las dos hermanas y pone una peluca a su hija biológica, la llama Raquel Welch y abusa de ella, mientras la hija adoptiva finge que está durmiendo en la cama de al lado. Contado así parece cruel y sin ningún tipo de gracia, pero la gracia está en la forma que lo cuenta. De verdad que es hilarante. Venga, lo que pasa es que la niña se convirtió en alcohólica porque su padre no abusaba de ella, sino de su hermana adoptiva. No es tanto que 'La broma infinita' a veces sea triste y a veces hilarante, yo más bien diría que es las dos cosas a la vez.

martes, 29 de julio de 2008

Día 16: Empatía

Probablemente sea cierto que toda la obra de David Foster Wallace se centre en la empatía. No tanto en que los lectores consigan sentir empatía por los personajes de sus obras, sino más bien que el propio DFW consiga sentir auténtica empatía por los personajes que crea. Evidentemente, la empatía por parte del lector viene después, pero primero tiene que venir por parte del escritor. A pesar de que DFW es un niño educado de casa bien, cuyos padres son profesores universitarios los dos, en 'La broma infinita' consigue ponerse en la piel de los drogadictos que han bajado al peor de los infiernos. Casi cuesta de creer que él, que es el perfecto intelectual neurótico con el sentimiento de culpabilidad de clase alta, pueda meterse en la piel (por ejemplo) de una mujer adicta a la cocaína que pare en el suelo de un motel sucio un feto que no llegó a formarse, sin rostro, y entonces le entra el sentido de la responsabilidad, lo envuelve en una manta y lo lleva siempre consigo como si estuviera vivo, a pesar de que cada vez hace más y más olor, y los insectos la persiguen. Pero lo consigue. Y es que él nunca describe desde fuera sino desde dentro mismo de los personajes. Se materializa en sus personajes. Será aquello tan tópico que dijo Flaubert de que "Madame Bovary soy yo", pero como nos enseña 'La broma infinita' a veces los tópicos no sólo son acertados sino también ciertos. Y en sus ensayos sucede lo mismo: sus ensayos no son nada más que intentos de comprender mundos totalmente alejados del suyo (los cruceros de lujo, el cine porno, las tertulias radiofónicas de derechas, la campaña del senador McCain, etc.) Y esta voluntad de empatizar hace que sea uno de los escritores más sinceros que he leído nunca.

domingo, 27 de julio de 2008

Día 14: Puede ser

¿Puede ser que uno de los temas de 'La broma infinita' sea la libertad de elección, que en realidad es tan limitada que prácticamente es sólo una ilusión? Puede ser. No creo que sea sólo que yo he leído demasiado teatro del absurdo últimamente y estoy viendo lo que quiero ver. Los niños de la Academia Enfield tienen ante si dos posibilidades cuando acabe su estancia: 1) Intentar entrar en el circuito profesional, vacunarse y hacer giras en torneos secundarios por países del tercer mundo esperando escalar en el ránking, o bien 2) Abandonar el tenis como salida profesional y limitarse al tenis universitario. Las dos opciones son igual de nefastas para el orgullo y no depende de ellos mismos poder elegir. Del mismo modo, todas las rutinas y los horarios cuadriculados de la Academia poco espacio les dejan para la libertad de elección. Incluso lo que es una rebeldía, drogarse, tampoco lo eligen: es la única válvula de escape que tienen.

Los adictos de la Ennet House por supuesto tampoco son libres: primero están esclavizados por la sustancia y si logran superar su adicción serán esclavos de la filosofía llena de lugares comunes de los Alcoholicos Anónimos. Y las rutinas y los horarios de la Ennet House son tan estrictos como los de la Academia Enfield. En realidad no eligen nada. Como mucho eligen la sustancia a la que se hacen adictos. Y ninguno de nosotros elige el entretenimiento al que nos dedicamos.

Somos seres pasivos que aceptamos lo que nos echen. Por esto cuando algún personaje se encuentra con el samizdat, la famosa película que rodó James Incandenza y que supuestamente proporciona un placer tan grande que uno muere extasiado, nadie se puede resistir a ella, la ven y la vuelven a ver, y mueren felices, anestesiados, engañados creyendo que han utilizado su libertad de elección. Es por esto que el radical quebequés en silla de ruedas nos insta a que nos saltemos las normas y de verdad elijamos algo, no la persona de la que nos enamoramos, ni el entretenimiento al que nos enganchamos, ni la sustancia a la que nos hacemos adictos, porque esto en realidad no es elegir: las opciones son demasiado limitadas como para que se considere una verdadera elección. Sin embargo dudo mucho de que ningún personaje de esta novela pueda llegar a elegir realmente algo. Todos no pueden hacer nada más que dejarse llevar.

Y fijaos como sutilmente ya he relacionado adicción a las drogas y entretenimiento. ¿Puede ser este parecido otro tema clave del libro? Puede ser.

sábado, 26 de julio de 2008

Día 13: El Escatón

En 'La broma infinita' hay más de 20 páginas dedicadas a explicar las reglas y a describir una partida de un juego de ficción, el Escatón, que probablemente sea aún más complicado que el Guyball. Para empezar, el reglamento tiene la longitud de 'The Pilgrim's Progress' y para saber quién ha ganado se tienen que usar complicadas fórmulas matemáticas teniendo en cuenta un gran número de los más variados factores. Para resumirlo se podría decir que es un juego de estrategia en el que se lanzan pelotas de tenis que representan cabezas nucleares. Se necesita el espacio de tres pistas de tenis que representen el mapa del mundo. El juego es toda una tradición en la Academia Enfield, nadie sabe bien quién lo inventó, y es comparado al ajedrez por las altas dosis de concentración que requiere. Y si al principio ya es algo desesperante leer sobre las reglas, porque no entendí prácticamente nada, más desesperante es asistir a la descripción de una partida que tiene lugar durante el Día de la Interdependencia. Yo ya no entendía qué pintaba todo esto en la novela, ya creía que era un episodio totalmente prescindible, pero una vez más me he dado cuenta de que nunca tengo que perder la fe en DFW, porque siempre hay una razón detrás de todo. Esta partida, de un juego tan racional e intelectual, acaba desembocando en una auténtica batalla campal. Oh, sí, en DFW todo siempre tiene su sentido. Una batalla campal en la que los niños pequeños (por fin) se entregan a actos de crueldad hacia el más débil mientras los mayores se lo miran sin hacer nada, en parte porque tampoco pueden evitar tener manía al niño débil. Y es que la Academia Enfield ya me empezaba a preocupar, porque parecía un lugar tan idílico en el que los niños, todos prodigios del deporte y de los estudios, vivían todos en perfecta harmonía, pero en esta escena que culmina de forma magistral se ve que el caos y la crueldad siempre está dentro de todos nosotros.

jueves, 24 de julio de 2008

Día 11: Sin título

He sobrevivido a una nota a pie de página de 20 páginas de extensión. No creo que todo el mundo pueda decirlo.

miércoles, 23 de julio de 2008

Día 10: Diga 333

Ya he superado la barrera psicológica de la página 333, es decir, ya he superado 1/3 del libro. Aún no tengo ni idea de cuál es el argumento ni por dónde va a ir la cosa. Es cierto que pasan cosas, pero en realidad no pasa nada. Parece que ha quedado establecido que la novela se centra en dos sitios, la Academia Enfield de Tenis y la Ennet House, un centro de desintoxicación, que geográficamente están a cuatro pasos el uno del otro. En el primer sitio los niños se colocan y en el segundo los adultos intentan superar sus adicciones. Y tengo la corazonada que alguno de los niños terminará en el centro en el futuro. De momento, pero, básicamente tenemos descripciones del funcionamiento de los dos centros, de sus rutinas y de los personajes que los habitan, pero nada que se parezca a una trama argumental. Esto no me estresa lo más mínimo. No es que DFW no te cuente nada, lo que pasa es que sólo está aún en el planteamiento y está presentando la situación, así que cosas nuevas aprendemos a cada página. Por ejemplo, ya he aprendido como lo tienes que hacer si quieres suicidarte metiendo la cabeza dentro del microondas. Es algo más complejo de lo que aparenta, tienes que tener conocimientos de bricolaje avanzado, porque tienes que hacer un agujero en la puerta del microondas, porque si no cierras la puerta, no se te va a encender el aparato, pero luego tienes que tapar con papel de aluminio el trozo que queda entre tu cuello y el agujero, porque el microondas para funcionar tiene que quedar herméticamente cerrado. Pero lo mejor de la escena es que cuando Hal, el hijo pequeño, llega a casa se dice que la casa huele muy bien, le entra hambre y va a ver qué es lo que se ha cocinado en la cocina, y luego encuentra a su padre. Qué humor negro más delicioso.

martes, 22 de julio de 2008

Día 9: Confesiones

Leyendo 'La broma infinita' no puedo dejar de pensar cuánto de sí mismo puso David Foster Wallace en esta novela. Y especialmente cuánto de él mismo hay en Hal Incandenza. No puedo evitar esta comparación porque la madre de Hal es una fanática de la gramática que sutilmente de una forma pasivo-agresiva empuja a sus hijos a conseguir éxitos académicos (especialmente en el campo de la gramática) de los que ella pueda sentirse orgullosa. Y, según lo que cuenta DFW en las notas de pie de página del ensayo sobre el diccionario del recopilatorio 'Hablemos de langostas', su madre en la vida real era clavadita. Esto de intentar encontrar detalles de la vida real de los escritores en sus obras es algo que no suelo hacer casi nunca. Normalmente me interesan las obras y no los escritores. Esto se explica porque me puedo enamorar de muchos escritores como escritores, pero sólo me he enamorado de un escritor como persona y éste es David Foster Wallace, pero es que es imposible leer sus ensayos y no enamorarse de alguien tan neurótico como él. Luego, hay unos pocos escritores de los que no me he llegado a enamorar, pero de los que me encantaría ser su amiga para toda la vida, básicamente Franz Kafka (porque me reconozco tanto en sus diarios y cartas que me da miedo) y Nick Hornby (porque tiene que ser un trozo de pan, divertido, sincero e ingenioso). Y ya basta de confesiones por hoy.

lunes, 21 de julio de 2008

Día 8: Rompiendo propósitos

Soy perfectamente consciente de que ayer no escribí. Bueno, he resistido seis días escribiendo a diario. Yo pensaba que aún rompería antes esta tendencia. Además, era domingo y supongo que incluso una servidora se merecía un día de fiesta. Los domingos son días tan lentos y perezosos que una no tiene ganas de hacer absolutamente nada. De hecho también tengo que confesar que este fin de semana no he cumplido con mi propósito de leer cuarenta páginas diarias. Sólo he leído 25. Pero es que tradicionalmente el fin de semana siempre leo menos y conté que, si cada día leía 40 páginas menos los fines de semana que serían 25 diarias, esto daba un total de 250 páginas por semana y en cuatro semanas podía terminar igualmente el libro, porque 250 multiplicado por 4 son 1000 y el libro, de hecho, tiene 1000 páginas si no contamos las notas a pie de página. El problema es que ahora que durante dos días he bajado mi ritmo de lectura, ahora hoy me encuentro que me está costando horrores volver a mi anterior ritmo y no sé si antes que se termine el día podré llegar a las 40 páginas previstas. Deseadme suerte.

sábado, 19 de julio de 2008

Día 6: Este libro es muy random

"Por favor, aprende a dormir con una perpetua quemadura de sol. Espera pesadillas. Vienen con el territorio. Intenta aceptarlas. Déjalas que te enseñen. Ten una linterna al lado de la cama. Ayuda con los sueños."

Se nota que la vocación de 'La broma infinita' es ser una novela total, porque a medida que va avanzando va introduciendo varios textos de diferentes procedencias que intentan transmitir la sensación que se nos está dando una mirada global sobre una sociedad futura que en realidad es la nuestra. Ya os digo yo que de aquí a unos años los años no se llamarán por su número sino por el producto comercial que los esponsoriza. Pronto llegaremos al Año de la Ropa Interior para Adultos Depend. Algo que me parece una de las muchas ocurrencias brillantes que tiene este libro.

Así, por ejemplo, nos encontramos con una lista de grupos terroristas del Quebec, transcripciones de sesiones terapéuticas en un centro de desintoxicación, la transcripción de un corto premiado de Mario Incandenza narrada por su hermano Hal, un trabajo del mismo Hal Incandenza redactado por una clase sobre la evolución de los héroes en las series policíacas, algún que otro e-mail, un ensayo de por qué los teléfonos con pantalla fracasaron, etc. Y por ahora no me molesta que la obra sea tan dispersa, tan caleidoscopica. Al contrario, me encanta. Se diría que estoy enganchada. Siento esa necesidad apremiante pero agradable de aprovechar el más mínimo momento para leer unas cuantas líneas, por pocas que sean. Eso sí, cada vez estoy flipando más con lo exigentes que son en la Academia Enfield de Tenis, tanto académicamente como tenísticamente.

viernes, 18 de julio de 2008

Día 5: Las muertes en DFW siempre son tragicómicas

Habiendo llegado prácticamente a la página 200 (de momento todo va según el plan pre-establecido), las tres muertes que hemos presenciado en 'La broma infinita' han sido tragicómicas sin excepción. Está la del hombre con un resfriado de caballo que murió atado y amordazado por unos cacos que entraron en su casa porque, con el resfriado, fue incapaz de respirar por la nariz y se ahogó después de una lenta agonía descrita con abundantes detalles. Está la del drogadicto al que le pararon una trampa, que en realidad no iba por él sino por su compañero, y en lugar de venderle droga normal y corriente le dieron una sustancia que le hizo morir entre espasmos de dolor y sangrando por los ojos hasta el punto que uno incluso se le salió y se le quedó colgando del nervio óptico. Es agradable que DFW sea tan gore. Y finalmente está la de la mujer con un corazón artificial que llevaba en un bolso. Pasó un caco travestido (el amigo del drogata muerto; es bueno ver que todo está conectado en esta novela) y le robó el bolso de un tirón. La mujer corrió detrás de él gritando "¡Deténganlo, me ha robado el corazón!" Y toda la gente se quedó sin hacer nada descojonándose, hasta que la mujer cayó desplomada al suelo. De esto aprendemos que para DFW no sólo la vida es absurda, sino que la muerte también lo puede ser. También se menciona de pasada la muerte de James Incandeza, que se suicidó metiendo la cabeza en un microondas y espero que más adelante se nos cuente esta muerte con todo detalle. Si hay alguién ahí fuera, que no me mire mal, que todos somos igual de morbosos.

jueves, 17 de julio de 2008

Día 4: ¡Hemos venido aquí a hablar del libro!

"Cuando llegan, siempre es Schtitt quien acaba experimentando con algunos helados exóticos. Mario siempre se acobarda y opta por el viejo y buen chocolate cuando llega el momento de decidirse ante el mostrador. Se deja llevar por aquello de que es mejor el sabor que ya sabes que te gusta."

Estando como estoy en la página 148 aún no tengo ni la menor idea de qué va 'La broma infinita' pero no me estreso para nada. Confío en DFW y sé que llegará el momento en que todo empezará a encajar. De momento intuyo que el núcleo de la novela es la Academia Enfield de Tenis y la familia que la dirige, la familia Incandenza. Y tengo la intuición que todos los episodios que parecen marginales y no conectados con este núcleo principal en realidad sí que lo están, como se descubrirá cuando llegue la hora. Si me preguntaran el tema de la novela diría que probablemente habla de miedo, soledad, paranoias y sobre todo adicciones. Hay una gran cantidad de personajes adictos a las drogas recreativas y seguro que no es gratuito.

Grandes fragmentos son el del tipo (que aún no tengo ni idea de quién puede ser) que espera que le traigan marihuana en casa y está ansioso y al borde del colapso; el del alumno de la Academia que está delirando por culpa de la fiebre y un colocón en ese terreno de pesadilla que pisas cuando no estás ni despierto pero tampoco durmiendo; y también las imágenes dantescas que tiene que presenciar el hermano mayor de los Incandenza: cucarachas voladoras que se comen la mucosa de los ojos de los niños y los dejan ciegos, inundaciones que desenterran a los muertos del cementerio y los arrastran por las calles, etc.


Y es que son escenas impresionantes, que estan perfectamente descritas porque no hay nadie que sepa capaz de describir tan bien como DFW cómo funciona la mente y la lógica y las dudas y los miedos de una persona desde una perspectiva que parece que lo esté describiendo desde dentro. Porque David Foster Wallace no escribe como la gente escribe, ni siquiera como la gente habla, sino como la gente piensa. Y leerlo es como hacer una visita en su cerebro. Y su cerebro resulta un lugar fascinante.

Pero también me ha encantado 'La primera y única experiencia romántica, aunque remota, de Mario Incandenza hasta la fecha'. Porque es tan divertida y tan triste a la vez y desde el principio siento una gran ternura por Mario. El pobre hermano que no es considerado funcional por su madre, porque es deforme y enfermo, aunque aún no sé hasta qué grado o de qué modo. Pero en realidad no es difícil ver que los otros tampoco lo son: Orin, jugador de futbol profesional, es un paranoico-esquizofrénico y Hal, el chico prodigio del tenis y los estudios, tiene problemas de relación y ataques de loco de atar. No hay nada como una familia disfuncional para una novela de 1000 páginas.

miércoles, 16 de julio de 2008

Día 3: Spoilers y números

"SOY PARANOICO, ¿PERO SOY LO BASTANTE PARANOICO?"

Soy fantástica porque es el tercer día de lectura y ya me he spoileado. Y no con un spoiler pequeñito del tipo fulanito se casa con menganita. Sino un spoiler gordo del tipo fulanito y menganito en realidad son la misma persona. Fantástico. Me da mucha rabia haberme perdido la sorpresa de descubrirlo a medida de ir leyendo. Y más en el caso de DFW, porque seguro que DFW va a desvelarlo de forma magistral. En fin. De ahora en adelante no voy a leer ningún artículo ni crítica ni comentario de 'La broma infinita'. No voy a leer nada acerca de David Foster Wallace. Simplemente voy a leer David Foster Wallace. Y eso que estaba tentada de comprarme la guía de lectura porque una parte de mí tiene miedo a no entender el libro, a que se me escapen cosas. Ahora empiezan a aparecer organizaciones raras y supuestos dobles y triples agentes y ya me estoy empezando a hacer un lío. Pero el mundo es de los valientes.

Es el tercer día y ya estoy haciendo cuentas. Voy a un ritmo de cuarenta páginas por día, lo cual no está mal. Esto quiere decir que en dos días ya superé la marca de 80 páginas, que es el lugar exacto donde me quedé clavada la primera vez que intenté leer la novela. Fue porque me perdí en una nota a pie de página, que en realidad ocupa más de cuatro páginas de letra minúscula que recogen la filmografía de James Incandenza, un director après-garde. La broma tiene cierta gracia porque es todo una parodia del cine pedante-experimental, pero no era necesario hacerla tan larga, porque con menos páginas ya se pillaba. Este es el mayor defecto de David Foster Wallace: se extiende demasiado, pero también es su mayor virtud. Esta vez para no tropezar con la misma piedra me he saltado la filmografía, porque si luego hay ganas ya puedo volver a ello.

Volviendo a mis cálculos, si voy a un ritmo constante de cuarenta páginas por día, esto quiere decir que lo puedo terminar en 30 días y estaría perfecto, pero todos sabemos que siempre salen imprevistos.

Prometo que mañana hablaré de verdad del libro. Ahora no, que me duele la muela del juicio que me está saliendo.

martes, 15 de julio de 2008

Día 2: Puntos de libro y primeras dificultades

"-Esta noche y para callarte, Bubú, te diré que tengo que solucionar algunas disputas administrativas con Dios. Te diré que Dios parece tenerun estilo de dirección técnica que a mí no me gusta nada. Yo soy bastante anti-muerte. Y Dios da toda la impresión de ser bastante pro-muerte. No sé cómo nos vamos a poner de acuerdo al respecto él y yo, Bubú."

Para leer 'La broma infinita' se necesitan dos puntos de libro: uno para la novela en si y otro para las notas que se encuentran al final del libro. No soy persona de coleccionar puntos de libro pijos, pero sí que soy persona de amasar todos los puntos de libro publicitarios que pueda encontrar. Y es que sé apreciar un punto de libro publicitario con un buen diseño y les acabo otorgando valor sentimental si los he pillado en algún sitio especial, porque me acuerdo perfectamente de dónde los he pillado todos y cada uno de ellos. Sin embargo, acabo perdiendo muchos porque los dejo olvidados en medio de libros que ya he leído, y se van a quedar allí probablemente para siempre, si no es que decido releer el libro en cuestión.

En esta ocasión estoy utilizando un punto de libro de la Biblioteca de Banyoles y el típico punto publicitario de una editorial. Nunca he estado en la Biblioteca de Banyoles; el punto lo encontré olvidado en un libro de Balzac que me llevé de la Biblioteca de mi pueblo. Al final no terminé el libro de Balzac pero me dije que tenía que rescatar el punto. El punto de la editorial publicita una serie de nuevas versiones de los clásicos de terror de siempre (en este caso Drácula; tenía también uno de Frankenstein, pero debe estar olvidado dentro de algún otro libro) y, a parte de apreciar su diseño, también ha llegado a tener para mí cierto valor sentimental, porque lo pillé en una librería de La Bisbal cuando estuve allí.

Pero lo de utilizar dos puntos de libro no soluciona para nada el engorro que representa que las notas a pie de página no estén a pie de página sino al final del libro. Cada vez que tengo que leer una tengo que pasar las 1000 páginas que me separan de la nota en cuestión. Y 1000 páginas pesan lo suyo y si no que se lo pregunten a mi dedo índice que a veces lo tengo marcando la página donde se encuentran las notas y que por lo tanto está aplastado bajo el peso de 1000 páginas. Todo esto es para agilizar el trámite de llegar hasta las notas que pueden ser una chorrada o claves para entender la novela. Como consecuencia, las tentaciones de no leer las notas que se encuentran al final del libro son de lo más apremiantes. Pero de momento resisto.

Además de 'La broma infinita' hoy he leído otras cosas, básicamente fics de 'The Philadelphia Story', porque de todo tiene que haber en esta Viña del Señor que es Internet (gracias a Dios) y varios poemas de autores locales que salían en un pamfleto local, sólo porque puedo ser muy cruel y quería reírme de lo malos que son. Hoy ya he manchado mi exemplar de 'La broma infinita'. Con cereza. Y mi habitación aún está por ordenar.

lunes, 14 de julio de 2008

Día 1: El inicio de todo (sólo que todo se inició mucho antes)


"Me concentro dócilmente en la cuestión de por qué los lavabos americanos siempre nos parecen enfermerías para la ansiedad pública, el sitio para recuperar el control."

En el fondo soy una chica de gustos muy típicos y mi lugar preferido para leer es el sofá del comedor. Cada mañana cuando me levanto cojo unos cuantos libros y los llevo a la mesita que hay delante del sofá del comedor, que también me sirve para estirar las piernas siempre que no haya invitados. Suelo leer más de un libro a la vez y esto explica que tenga que cargar de mi habitación al comedor, y posteriormente del comedor a mi habitación, libros, así en plural; no quiero tener que levantarme del sofá (que desengañémonos es donde hago vida) para tener que ir a buscar el libro que me apetece leer en aquel momento. Y es que los voy alternando de forma compulsiva: puedo leer diez minutos de uno, luego diez minutos más de otro, y finalmente diez minutos más de un tercero. Y no es plan tenerme que levantar cada diez minutos. También queda descartada la opción de dejarlos durante la noche en la mesilla del comedor, porque me puede apetecer leer algo en la cama antes de acostarme o antes de levantarme.

Ya hacía más de una semana que iba cargando de aquí para allá 'La broma infinita' a pesar de su peso y a pesar de no haberlo empezado aún. Y es que otra cosa que debéis saber es que no sólo voy cargando de aquí para allá los libros que estoy leyendo sino también los que quiero empezar en breve. Y de nuevo los tengo que tener a mano para si me apetece empezarlos en cualquier momento. Hoy por fin me he decidido empezarlo, después de año y medio de haberlo comprado (sé que hace año y medio porque sé que lo compré después de leer 'Extinción' y 'Extinción' lo leí en el diciembre del 2006), porque sé que tiene que ser ahora o nunca. Tiene que ser este verano o nunca. Ya hubo un tímido intento antes que se quedó en nada, pero esta vez estoy determinada a conseguirlo. Tengo unos dos meses por delante. No empecé tan pronto empezó el verano porque tenía que prepararme y una forma de prepararme ha sido ido postergándolo para leer un libro también considerablemente gordo que no me ha acabado de gustar ('Ahora es el momento' de Tom Spanbauer) y así, de un modo retorcido, por contraste o comparación, ir aumentando mis ganas de leer David Foster Wallace. Me esperan exactamente 1208 páginas. Deseadme suerte. Porque estoy convencida que la necesitaré.